Nana, niño, nana del caballo grande que no quiso el agua. El agua era negra dentro de las ramas. Cuando llega al puente se detiene y canta. ¿Quién dirá, mi niño, lo que tiene el agua con su larga cola por su verde sala? Duérmete, clavel, que el caballo no quiere beber. Duérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar. Las patas heridas, las crines heladas, dentro de los ojos un puñal de plata. Bajaban al río. ¡Ay, cómo bajaban! La sangre corría más fuerte que el agua. Duérmete, clavel, que el caballo no quiere beber. Duérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar. No quiso tocar la orilla mojada, su belfo caliente con moscas de plata. A los montes duros solo relinchaba con el río muerto sobre la garganta. ¡Ay caballo grande que no quiso el agua! ¡Ay dolor de nieve, caballo del alba! ¡No vengas! Detente, cierra la ventana con rama de sueños y sueño de ramas. Mi niño se duerme Mi niño se calla. Caballo, mi niño tiene una almohada. Su cuna de acero. Su colcha de holanda. Nana, niño, nana ¡Ay caballo grande que no quiso el agua! ¡No vengas, no entres! Vete a la montaña. Por los valles grises donde está la jaca Mi niño se duerme Mi niño descansa. Duérmete, clavel, que el caballo no quiere beber. Duérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar